VIVIR ES CAMBIAR. ¿CUÁL ES TU ACTITUD FRENTE AL CAMBIO?
Toda derrota enseña algo nuevo y ofrece una nueva visión de la vida. Aunque a veces miremos el cambio como algo negativo, este permite la transformación y por ende la evolución.
Todo fluye. El cambio es un aspecto inevitable de nuestras vidas y el desarrollo surge a partir del mismo. Evolución, movimiento, transformación y cambio.
En muchas ocasiones, las personas viven los cambios como si fueran amenazas. La reacción frente al cambio suele ser a la defensiva y muestra la gran inseguridad interna que subyace. Pero la vida es una elección permanente y cada opción supone un cambio. Toda elección supone una pérdida y ganancia de algo. Las respuestas que se van ofreciendo al conjunto de circunstancias que toca vivir y los cambios constantes que van emergiendo conforman un desarrollo y una evolución evidente y necesaria en cada persona.
A veces, a aquellos que arriesgan y apuestan por una vida distinta se les considera como “locos”, arriesgados o diferentes. Esa fuerza y valentía es la que mueve y provoca sus cambios, la que les ayuda a crear y a aceptar todo lo que viene, a través de un sentido que les permite superar sus miedos y enfrentar responsablemente las tempestades internas y externas de cada uno.
El cambio, aunque parezca negativo, permite la transformación. Toda derrota enseña algo nuevo y ofrece una nueva visión de la vida, que nos permite observar con nuevos ojos. Sea como sea, el cambio siempre produce un crecimiento interior y podremos percibirlo cuando nuestra actitud, ante esas mismas circunstancias, sean las propicias para acoger lo bueno y lo malo que acompañan.
Viktor Frankl en su libro En Busca del Sentido nos expone: “lo que de verdad necesitamos es un cambio radical en nuestra actitud hacia la vida. Tenemos que aprender por nosotros mismos y, después, enseñar a los desesperados que en realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino que la vida espera algo de nosotros. Tenemos que dejar de hacernos preguntas sobre el significado de la vida y, en vez de ello, pensar en nosotros como seres a quienes la vida les inquiera continua e incesantemente”.
“Nuestra contestación tiene que estar hecha no de palabras ni tampoco de meditacion, sino de una conducta y actuación rectas. En última instancia, vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a los problemas que ello plantea y cumplir las tareas que la vida asigna continuamente a cada individuo”.
Cada persona responde de una forma distinta a los cambios y, frente a los mismos, existe la posibilidad de resistirlos o atacarlos, de aceptarlos desde el victimismo y el sufrimiento o de aceptarlos desde una visión positiva, otorgándoles un nuevo sentido y permitiendo el desarrollo y crecimiento personal.
Sería beneficioso tener presente que la elección a tomar ante cualquier circunstancia es algo que se puede escoger. Analizar los miedos y preocupaciones, reconocer las habilidades y las fortalezas propias, facilitarán la superación de obstáculos y su aceptación positiva.
¿Cómo te enfrentas al cambio?
La manera de enfrentar el cambio se encuentra bastante relacionada con la autoestima personal. Cuando una persona se siente segura y capaz, enfrenta el cambio como si de un reto se tratara. El cambio, aunque lo observemos como algo negativo a la primera, otorga una motivación para superar o utilizar a su favor en cada circunstancia. Cuando una persona se siente incapaz o se considera poco valiosa, cualquier cambio supondrá sentimientos y emociones cercanas al miedo, la preocupación, el enfado o el disgusto.
Pero no sólo la autoestima condiciona a la hora de hacer frente a los cambios. La educación recibida, los aprendizajes forjados en la infancia y ciertas situaciones dolorosas ya experimentadas, pueden delimitar una actitud poco beneficiosa para uno mismo. Modificar las ideas y creencias falsas, que provocan una manera equivocada de pensar, será también uno de los primeros pasos para enfrentar y superar, con menos miedo y más esperanza, cualquier situación que provoque incertidumbre o sufrimiento.
A modo de ejemplo, existe una idea errónea de valoración en función de lo que somos, hacemos o tenemos. Para algunas personas, el fracaso supone una disminución de la valía personal, lo que dificulta el verdadero desarrollo y la tenencia de una actitud positiva ante los momentos de cambio.
“No sobrevive el más fuerte de la especie, ni el más inteligente, sino el que mejor reacciona ante el cambio”.
Algo evidente es que la falta de control y la incertidumbre provocan angustia y preocupación, pero una actitud motivadora junto con la capacidad de otorgar sentido a todo cambio, crearán una perspectiva esperanzadora y provechosa de todo lo bueno que pueda obtenerse en cualquier situación.
José Esposito
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