¿CUÁNTO PODER PERSONAL ESTÁS UTILIZANDO? ENTRE LO QUE SOY Y LO QUE QUIERO SER
Podemos entender el poder personal como un sinónimo de fuerza, capacidad, energía, dominio o en su forma verbal sencilla: ser capaz o hacer posible una acción. En cualquiera de sus interpretaciones, el poder personal, no funciona por defecto, hay que activarlo y luego orientarlo a un bien común; pues debe ser entendido como un valor y como una emoción compartida.
En el campo empresarial, una organización empoderada es el reflejo de cuatro aspectos fundamentales: la confianza, las conversaciones, las decisiones y las emociones. También es la consecuencia de lo que representa el aprendizaje y, sobre todo, el aprender juntos.
Todos tenemos el derecho de desplegar nuestro potencial en la creación del mundo que tenemos, que queremos vivir o en el que queremos trabajar.
Cuando eso no sucede, cuando no se nos toma en cuenta, cuando nuestras ideas son reprimidas o cuando se nos trata sólo como mano de obra, la mayoría tiende a resignarse coartando su potencial o a resentirse entrando en espacios de desconfianza, rabia, segmentación, defensa y otras emociones, no dejando que nuestro potencial creativo surja. Y peor aún, inhibimos nuestra autorrealización porque no participamos en la realización de nuestra vida de manera plena y libre.
Por otro lado, cada vez que soy parte de las decisiones relacionadas con mi trabajo, estoy empleando mi inteligencia, mi experiencia, mi intuición y mi capacidad creativa para hacer las cosas de una u otra manera. Es una experiencia donde pongo todo mi potencial, no lo escondo, no lo inhibo, y donde construyo todo ello creando mi propia satisfacción por lo que realizo. Si soy parte de las decisiones, actúo como “dueño” de mi puesto. Si no, el puesto o lo que hago le pertenece a otro, y estaría limitando mi desempeño a obedecer.
Nuestro “Poder Personal” representa la capacidad que tenemos de tomar las riendas de nuestras vidas, de sentirnos que somos quienes estamos al volante del automóvil y no somos simples pasajeros. Es de algún modo la antítesis de la víctima, esa persona a la que la vida le sucede: “Me pasó que…”, “me dijeron que no se podía hacer”, o “me rechazaron el proyecto”.
Es el momento de ser capaces de decidir y de ser responsables ante nuestras decisiones en la vida y de todo lo que suceda debido a esas opciones; si solo dejamos de ser víctimas sin tomar responsabilidad de nuestros actos a todo nivel, siendo conscientes de las estelas que provocan en el agua nuestros movimientos, solo estaremos pasando de ser víctimas a victimarios.
En tus manos está el poder de cambiar las cosas, accionarlas y decidir sobre tu vida, pero con consciencia, con respeto y tomando en cuenta que los otros pueden hacer lo mismo, es decir, tomar las riendas de tu vida.
José Esposito
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